lunes, 11 de agosto de 2008

Uno: Hª de amor


En el metro. Fue allí. Podía haber sido en cualquier bonito lugar, un estanque, un parque, un bonito bar, una iglesia, la discoteca de moda. Pero fue allí, en el subsuelo, donde las máquinas llevan a los hombres hacia unos destinos señalados en mapas que dividen las ciudades en simples bocas de metro. Allí encontró a su amor.

Sabía que era ella. Estaba seguro de que pasarían juntos el resto de sus vidas. Y sólo la había visto pasar. Tenía el pelo corto, llevaba un pañuelo en la cabeza y unos vaqueros, olía a fresa, su mirada jovial lo hipnotizó. No era una chica cualquiera, era lo que las personas vienen a buscar a este mundo, alguien a quien amar. Y él la había visto pasar cuando se bajaba del metro. Estaba seguro de lo que sentía. Lo había encontrado y acababa de marcharse para siempre, había salido del vagón y él había puesto rumbo a otra estación. Pero ahora estaba allí clavado, herido por un amor a primera vista y rematado por la separación del ser amado.

Gracias a dios, Patrick es diseñador de páginas web. Y en estos mundos cibernéticos hay locuras que funcionan. Montó un site en el que describía a la chica de sus sueños y pedía ayuda a cualquiera que le diese una pista sobre quién era ella.

Gracias a un amigo de la chica el diseñador de webs tuvo noticias de la muchacha. Era una actriz que trabajaba de camarera. Encontró a su amor. Patrick consiguió ver sobre la tierra aquello de lo que quedó prendado en el inframundo de los transportes urbanos.

¿Cómo acabó la historia? Actuaré como Morfeo. Si quieren la pastilla roja pueden pasarse por la hemeroteca del ABC. Si quieren saber cómo han decidido los amantes que acabe tráguense la píldora azul y pasen por acá.

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