lunes, 24 de noviembre de 2008

Fuga latente





















Saltan los corazones de motores en marcha
se estrellan contra la acera donde yo crecí
nunca olvidarán aquella pequeña regla
que decía “chico, no hay nada que hacer…”

Y los que de noche viajaban por calles desiertas
ahora escuchan la radio en habitaciones separadas
en tardes de informativo, prisa y retrovisores
donde nada les recuerde a aquella canción

Se manchan con tinta de viejos diarios,
llenos de historias de almohadas en vela
que giran como tornados
jugando a ser norias de feria

Recuerdos de madrugadas tristes
insomnio, luces y teletienda
de ovejas cansadas de tanto saltar
que renunciaron a todo para así olvidar

Escombros de un edificio que llevó siglos hacerlo
pero que acabó en los desagües del cíclico tiempo
donde esperan abandonados
antiguos y viejos cimientos

Y así volvió todo a su antiguo lugar
recuperaron su nombre las cosas perdidas
pero no se fue aquel miedo
miedo al amanecer, a soñar, a madrugar los domingos

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