jueves, 8 de octubre de 2009

Anticiclón


Hoy escribo contra todas esas personas contagiosas. Contra esos porteros de gesto arrugado, contra esas cajeras de mirada punzante, contra esas oficinistas de gafas caídas. Contra esas personas cuyas borrascas grises hacen grises las vidas de los demás. Contra esas personas que sólo ofrecen malos gestos y nunca han silbado. Contra esos peluqueros que estropean el pelo y encima parecen hacerte un favor. Contra el camarero que resopla cuando le pides una cerveza. Contra las personas que responden con monosílabos a una pregunta compleja. Contra el carnicero que no te parte finas las lonchas. Contra el médico que no tiene ni un segundo para escribir bien una maldita receta.

Para el operador de telefonía e internet que nunca sabe solucionar los problemas: sólo formatea. Para el tipo que hace ruido mientras mastica en el cine. Para las abuelas que se cuelan en la fila del supermercado. Para aquellos que multan si dejas el coche aparcado un minuto más de lo establecido. Para el negocio de las autoescuelas. Para las personas que siempre están agobiadas y nunca parecen hacer nada extraordinario. Para aquellos que siempre les duele algo o están enfermos. Para los que dicen que “no” a un viaje al extranjero. Para los que interrumpen al hablar antes de que hayas terminado. Para el que nunca se ha parado a entender otros puntos de vista. Para aquellos que alzan la voz en una discusión. Para los que afirman “que eso será para ti”, pero que “hay gente que piensa diferente”. Para los que dicen que tu película favorita “no es para tanto”. Para el secretario que dice que todavía falta un papel. Para los que no señalizan en las rotondas. Para el tipo que sube los precios del cine. Para la gente que huye de las responsabilidades. Para el pedante y sus circunloquios. Para el matón que te amarga una noche.

Para aquellos que te dicen que no lo puedes hacer. Para la persona que se ríe en público de los comentarios de una persona. Para los que niegan con la cabeza mientras alguien todavía está hablando. Para aquellos cuya decisión premeditada estropea los planes del resto. Para los que les da igual una opción u otra. Para los que dicen que las letras no tienen futuro. Para los escépticos y los relativistas. Para aquellos que con 25 años aún juegan a ser héroes de barrio. Para los trepas de empresa y gente de despacho. Y para todos aquellos que no pueden evitar contagiar sus vidas de mierda al ver que algunos todavía seguimos siendo felices.



Imagen:
Mingole

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