lunes, 14 de junio de 2010

Cicatrices



— Vale, no lo entiendo. Verás, no lo entiendo. Un día estás sollozando por lo que más te duele y al día siguiente, mira, mírame ahora. Estoy bien.

— Por supuesto, no podrías vivir si no fuera de otra manera.

— Pero ya sabes. Recuerda todo aquello que me sucedió. De verdad, no creía poder levantarme. Y lo he hecho. Lo he hecho.

— Se sirven dos pizcas de voluntad y una de olvido, y todo se consigue.

— Pero no me gusta el olvido. No quiero olvidar. No me quiero olvidar. El pasado, el retrovisor, todo eso, merece ser respetado, y recordado.

— Y sólo olvidándolo podrás seguir adelante. Es la forma de cerrar las heridas.

— De acuerdo. Las heridas se cierran, eso es lo que pasa. Y surge una cicatriz. Una cicatriz visible. La puedes ver todos los días al salir de la ducha. Te señala que está ahí. Te dice, "recuerda".

— Bien, tienes razón. Pero tampoco hay por qué mirarse todos los días al espejo.

— Está claro, no. No es eso a lo que me refiero. Lo que digo es... Lo que digo es que no es justo que mi mente olvide sin mi permiso. El sentimiento, las lágrimas, el dolor. Todo aquello, sucedió por algo. Era por algo. Una forma de duelo, de luto, de reconocimiento. Ya sabes.

— Pero estarás de acuerdo conmigo en que no podrás estar así de por vida.

— No, claro que no. Sigues sin entenderme. Ya te he dicho que no es eso a lo que me refiero. Hablo de justicia. De memoria, recuerdo. Todo eso.

— Entonces sí. No debes sentirte culpable por mantener vivos los recuerdos. En la medida en que los tengas presentes... No sé, con una distancia adecuada, te servirán para hacerte feliz o protegerte de lo que te haga no serlo.

— Todo aquello lo provocó el cariño. Ya sabes. Todo eso permanecía debajo. Por eso me dolió tanto. Que ya no estuviera fue... Como una nueva etapa. Ya sabes. Como el primer coche. Como el primer día en la universidad.

— Entonces sigue recordándolo. Con moderación. Recordar con cariño todo aquello que quisimos no es malo. Es bello porque, como tú dices, hace justicia. Digamos que es... Como la infancia. Como la infancia de los ancianos. Como la infancia de aquellos ancianos que recuerdan con cariño lo felices que fueron.


Imagen: Original Psyn

2 comentarios:

Ane dijo...

Brillante. Me ha encantado de verdad, no de ese que se dice porque tienes un cariño especial al escritor.
No, mi reaccion está muy por encima de eso.
Larga vida a onomatopeyistas, hacia tiempo que no me pasaba, malditas malas constumbres...

Cris Jiménez Latorre dijo...

Estoy con Ane. Grande.