sábado, 26 de junio de 2010

La novia perfecta



— Verás, ahora resulta que a mi chica le gusta el fútbol.

— No fastidies.

— Como lo oyes. Ha entendido el fuera de juego. Y sabe quiénes son los suplentes.

— Ostrás. Entonces, ha evolucionado. Se ha convertido en la novia perfecta.

— Así es. Por eso me da miedo. ¿Sabes? Los extremos. Los extremos siempre dan miedo.

— ¿El juego por bandas?

— No, hombre. Me refiero a los extremos emocionales. Ahora que se ha vuelto una apasionada del fútbol, puede evolucionar y convertirse en una fanática.

— O lo que es lo mismo, en ti. Recuerda aquella borrachera en la fuente. Con los pantalones bajados y todo eso.

— Dios... qué buena fue aquella. Todavía me acuerdo del trompazo que me di al salir cuando llegó la policía. Lo de mear no fue buena idea.

— No, no lo fue.

— Como te iba diciendo. Ahora mi novia grita con los goles. También insulta al árbitro y adivina, adivina qué se compró el otro día.

— ¿El qué?

— La Play Station. El Pro. ¡Ahora resulta que también quiere ganarme al Pro!

— ¡Dios santo! No sé si envidiarte o compadecerte.

— Desde primera hora de la mañana me obliga a jugar amistosos. Todo el día. Con selecciones, combinados, clubes... Ya no puedo más.

— Pero... dime. ¿Te gana?

— Sí, joder. Sí. Me gana. Me humilla. Me gana incluso con Corea del Norte. Me da unas palizas increíbles.

— Entonces... ¿dices que ya es incluso más forofa que tú al fútbol y que además te gana al PRO?

— Como lo oyes...

— Dios mío... lo siento. De verdad que lo siento.

— Si mis amigos se enteran me matan. Esto era mi sueño. Soñaba con todo esto. Y ahora mira, mira. Las cosas se tuercen y...

— La vida es así, amigo. La vida es así. ¿Qué harás ahora?

— Me pintaré las uñas. Cocinaré. Yo que sé. Odio estos nuevos tiempos sin estereotipos...


Imagen: D.James | Darren J. Ryan