martes, 13 de diciembre de 2011

El futuro

Se acercó al espejo para descubrir qué iba a ser de él dentro de 25 años. Si continuaría siendo tan feliz. Y se reconoció solo, sin la persona con la que por aquel entonces compartía los desayunos desde hacía tres años. Luego se lo pensó dos veces, y la dejó. Le contó que lo suyo no tenía futuro.

Desde aquel suceso pasaron después 25 años y se sucedieron 9.125 desayunos más. Efectivamente, el espejo tenía razón: ahora estaba solo. Desesperado. Removiendo un tazón de cereales. Preguntándose si las cosas habrían sido iguales de no haber mirado en aquel pozo sin futuro.

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