viernes, 6 de abril de 2012

El ruido

Casi no se dio cuenta pero lo consiguió. Él no paraba de moverse en la cama, abrasado por el ruido del cortacésped, la mosca incómoda y el sonido del aspirador. Todo aquello le hacía tener terroríficas pesadillas, sueños que se venían abajo en el último instante. Y ella casi no se dio cuenta de haberlo conseguido. Por arte de magia, silenció el ruido de la pesada máquina, cortó las alas del insecto infecto y desenchufó el aparato de la pared. Todo se quedó en calma. Lo hizo con movimientos lentos, como mecida por una marea tranquila, sosegada, en calma. Como el Mediterráneo. Dejándose llevar cuando lo vio angustiado, sudoroso sobre la cama. Sin poder alcanzar sus sueños. Encontrándose dormido como estaba, sin saber que era ella la que había terminado con el ruido.