lunes, 17 de mayo de 2010

Un hombre y el blues

Esta es la historia de un chiquillo de Luisiana. Nació en el 36, en plena época de la segregación, y creció en las calles de un pequeño pueblo de aquel estado sureño. Se llamaba Buddy Guy y su nombre a entrado por la puerta grande en la historia de la negra.

Con trece años, Buddy se construyó su guitarra con lo que tenía más a mano y lo único que se podía permitir: un palo de madera y unas cuerdas de una tela mosquitera que encontró cerca de su casa. No perseguía ninguna vocación musical ni económica, simplemente, pasárselo bien y emular a sus ídolos: Muddy Waters, John Lee Hooker y compañía.

Tres años después su padre invirtió parte de sus ahorros en una guitarra acústica. El joven guitarrista siguió practicando hasta que en 1957 se trasladó al norte. El destino, Chicago, ciudad que acogía a las grandes manos del blues, donde se encontró con la bestia viviente más grande que haya practicado este género: B.B. King. Este sí que se merece ser el Rey, y no como otros.

Allí nació una leyenda que todavía colea hasta nuestros días. Ha colaborado con músicos como Eric Clapton, Jeff Beck, Mark Knopfler...Su intervención en el documental que Scorsese grabó de los Rolling Stones le volvió a meter en primera línea y aquel mismo año sacó un disco titulado Skin Deep.

Aquel chico que se fabricó su guitarra regenta ahora el club de blues más famoso de Chicago. Cuando no está de gira, se le puede encontrar apoyado en su barra, porque es allí donde se vive la auténtica música.


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