miércoles, 7 de septiembre de 2011

Alguien se lo perdió


Seguro que aquel día alguien se lo perdió. Alguien que estuviera trabajando. Absorto. Algún trabajador en un peaje de autopista sin radio. En alguna refinería o bajo la montaña, encerrado a cientos de metros de la superficie, en un mina. Seguro que aquel día alguien se lo perdió. Dos aviones explotando contra las torres gemelas en la hora de la siesta. Seguro que alguien estaba viendo Saber y Ganar y después vinieron las gacelas y después el bostezo y después la siesta. Mientras todo se desmoronaba, entraba el caballo de Troya y "el mundo dejaba de ser lo que hasta entonces habíamos conocido". Y resulta que nadie se lo perdió. O no lo dice. Como el gol de Messi repetido en la moviola. A las 14.45 hora española. Tan fácil como llegar a casa. Preguntar, "qué tal cariño" y quedarse alucinado. Seguro que no le gustó perdérselo. Encerrado en medio de la autopista. Manchado de carbón y con falta de oxígeno. Un espectáculo cinematográfico. Sin muerte. Como en las películas de Disney. Aviones entrando y saliendo. Fuegos artificiales. Y el mundo entero mirando a través de la televisión. Como la pelea en un bar en la que sólo puedes quedarte mirando. No para ver qué está ocurriendo, sino para contemplar qué es lo que va a suceder. 11 de septiembre de 2001. Todos lo vimos, pero seguramente aquel día alguien se lo perdió.

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