Seguramente 33 mineros se acostarán hoy en Chile pensando en cómo será el día en que por fin salgan del agujero. Harán planes, imaginarán el momento en que, tras salir de su larga oscuridad, vean de nuevo a su mujer y sus hijos. Crearán un explanada llena de gente, medios y pancartas. Su mujer corriendo y dando codazos para conseguir abrazarles entre la multitud. Lo imaginarán en octubre y también en noviembre. Por la tarde, el día y la noche. Un vestido ceñido y la forma en que la miran por primera vez. También en los sueños que no desvelan en alto. Durante un largo tiempo, todos los días de la semana que caben en un mes. Todo para que al salir, nada pueda ser como lo habían imaginado. Para que todas esas noches en vela no hayan servido de nada. Para que quizás todo aquello que imaginaron en septiembre no tenga ya sentido en noviembre. Para que lo que anhelaron al principio mute en diciembre en un sentimiento opuesto. Para que al llegar la navidad, lo único que quieran sea un buen trago de vino y un beso que, al fin y al cabo, resultó no ser tan trascendente.
domingo, 5 de septiembre de 2010
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1 comentarios:
Me encantas.
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