viernes, 30 de abril de 2010

Tormenta de verano


Aquella charla llegó como una tormenta de verano. Como los días de bochorno que levantan viento y mueven columpios. También faldas. Una discusión acalorada en la mesa del fondo y al salir, un coche. Es difícil seguir llevando esa cara de borrasca cuando suena tu canción. Ella te mira, tú le miras, y después bajas la ventanilla por si entra un poco de aire. Por si eso es lo último que tienes que hacer antes de que se encienda el ciclón. Un bochorno que precede a una tormenta eléctrica que levanta su falda y apaga los pastos de su rancho en llamas.


Imagen: Airicsson

martes, 27 de abril de 2010

Najwa y la libertad de culto


El caso del velo de Najwa ha abierto en nuestro país un interesante debate. ¿Se debe permitir el velo islámico en nuestras aulas? Según el colegio de Pozuelo de Alarcón no debe consentirse que los alumnos cubran su cabeza con ningún tipo de prenda: gorros, viseras, pañuelos… Pero, ¿es el velo una prenda corriente más?

Otros sectores de la población han argüido como argumento la razón de que nuestro estado debe poseer una educación laica, con unos recintos desprovistos de símbolos religiosos. Además, proponen también que las expresiones religiosas deben formar parte del ámbito privado.

El velo no es una prenda corriente más. Para las mujeres musulmanas, el velo representa una identificación cultural y religiosa hacia el Islam, totalmente voluntaria, que sirve como reflejo de la llegada a la edad adulta. No hay como echar un vistazo a los países mediterráneos del norte de África para descubrir que el velo ha pasado a ser una prenda cultural y tradicional además de religiosa. Parece entonces frívolo comparar el velo con un gorro o un pañuelo.

Por otro lado, para aquellos que argumentan que el Estado debe estar libre de símbolos religiosos, cabría hacer una importante distinción: no debe confundirse el laicismo con la libertad de culto. El Estado, como ente, debe ser aconfesional y laico. Esto quiere decir que las escuelas, institutos, profesores y universidades no deberán mostrar preferencia por ninguna religión. Ahora bien, los alumnos, como individuos, son libres de mostrar sus creencias a través de símbolos que no impidan el desarrollo normal de las clases: ya sea con una cruz colgada del cuello, un lunar en la frente o un velo.

Existen además otro tipo de personas cuyo argumento de base reside en la idea de que muchos occidentales tienen importantes restricciones a la hora de pisar suelo extranjero y que, por lo tanto, debe tratarse a los inmigrantes con el mismo respeto con que ellos nos tratan a nosotros. Pero nuestra civilización habrá fallado en el mismo momento en que decida adoptar esta postura, ya que es precisamente la tolerancia religiosa y la igualdad entre personas lo que nos distingue. O lo que es lo mismo, promover la tolerancia en lugar de la represión.

El velo no denigra la imagen de la mujer musulmana. No es ese su fin y no debe confundirse con el burka. El burka tiene como fundamento la idea talibán de que el cuerpo femenino debe ser ocultado por completo a la vista, ya que éste es inferior al del hombre. Esto, como es obvio, denigra de manera machista la imagen de la mujer. Pero el velo ni es machista, ni es un gorro, ni un pañuelo, es una prenda que fundamenta la personalidad de toda una cultura.

miércoles, 21 de abril de 2010

Premios y capitales

Que el mundo periodístico está cambiando nos lo dicen desde que entramos en la facultad. “Ya nada es como antes” parece ser una frase de moda entre nuestros profesores, pero creo que también lo es entre nuestros padres, abuelos e incluso con los amigos, por lo que sospecho que debe ser un dicho muy usado.

El hecho de estar ahora mismo delante de mi propio portátil escribiendo esta columna sería impensable hace quince años y no digamos más atrás, en la época en que el “clinc” agudo de la máquina de escribir marcaba un cambio de línea.

Dos tendencias marcan el fin de un periodismo tradicional: la concentración de medios en una misma corporación y el ciberperiodismo. El primero es consecuencia del capitalismo y de la desregulación del mercado, mientras que la irrupción de internet y su expansión a escala mundial ha beneficiado el periodismo en la red.

Tenemos dos muestras en Le Monde y ProPublica. La redacción del periódico vespertino francés, que tiene el 22% de las acciones, perderá el control de su consejo de administración. El grupo español Prisa y el italiano L’Expresso pasarán a dominar este verano el 51% del diario, según elmundo.es. Hay que decir, además, que la situación económica de Le Monde no es precisamente holgada, ya que debe 50 millones de euros.

ProPublica es una agencia de noticias por internet que empezó a operar en enero de 2008. Desde su web anuncia que es independiente, sin ánimo de lucro y que está al servicio del público. Básicamente produce trabajos de investigación, muy a la americana. Pues bien, esta novata plataforma ya ha ganado un Pulitzer, el primero que dan a una publicación por internet. Se lo entregan por un reportaje, elaborado en colaboración con el New York Times Magazine, sobre el servicio in extremis que prestaron algunos médicos durante la tragedia del Katrina en Nueva Orleans. Su título es The deadly choices at Memorial, firmado por Sheri Fink y colgado en la página del medio. Se puede consultar de forma gratuita e íntegra.

Estos dos ejemplos marcan dos formas de entender el periodismo: como un negocio o como un servicio a la sociedad. Está claro que Le Monde es uno de los periódicos con más fundamento en la escena internacional, de hecho, es el diario francés más difundido en el extranjero según la OJD (Asociación por el Control de Difusión de Medios de Comunicación francesa), mientras que la novel agencia de noticias es poco conocida y joven para conocer su dirección, pero iniciativas como la de ProPublica ayudan a dar coherencia y estabilidad a una idea distinta del modelo actual.

sábado, 17 de abril de 2010

Muerte divina


— Cada día le temo más a la muerte.

— Yo también...

— ¿Crees que la inventó Dios?

— Me imagino que sí.

— Es de suponer. Imagínate que todos tuviésemos el don de la vida eterna. Dios ya no molaría tanto...

— Bien es cierto que no.

— Él está por encima de todo eso. Es el ateo supremo y no cree en ningún dios.

— Qué magnífico es.

— Gracias a la muerte tenemos una vida llena de ambiciones. Sin embargo, Él construyó todo en unos pocos días y desde entonces, seguro que su vida es un peñazo.

— A no ser que tenga televisión por cable.

— Claro, a no ser que tenga televisión por cable. Piensa también que es posible que sea la única persona en el mundo capaz de haber visto jugar a Pelé, Maradona, Di Stefano y Messi.

— Es verdad.

— Pero, aparte de eso, Dios debe aburrirse sobremanera, ¿no te parece?

— Ya lo creo.

— Así que debemos admirar su esfuerzo y justicia. Ni el comunismo ni el capitalismo han demostrado ser sistemas más igualitarios que la muerte.

— A Dios debemos el don de la mortalidad.

— Así es. No quiso hacer de nuestras vidas monólogos tediosos y aburridos. Gracias a él tenemos la oportunidad de morir. ¡Alabado sea el Señor!

— ¡Alabado sea!



Imagen: Divka Rojic

jueves, 15 de abril de 2010

Sambenito


Cuando la Inquisición llegaba a una ciudad, tras la misa del domingo, el inquisidor leía el “edicto de gracia”, en el que se explicaban las posibles herejías y se animaba a todos los feligreses a acudir a los tribunales para descargar sus conciencias. Las delaciones eran anónimas. El acusado, por tanto, no tenía oportunidad de conocer a sus acusadores. En Vic, también a modo de bando, se puso en marcha el lunes la medida de denunciar ante la Subdelegación del Gobierno a aquellos inmigrantes sin papeles que acudan a empadronarse. Mediante este protocolo, se pretende notificar al Gobierno central el nombre, apellidos y dirección de los inmigrantes irregulares que se empadronen en el municipio. Sin embargo, el alcalde de la localidad, Josep Maria Vila d´Abadal no ha podido emular a Torquemada: tras dos días de funcionamiento de la medida el Gobierno no ha recibido ninguna denuncia.

Vila d´Abadal, eso sí, no cuenta con un arma tan sugestiva para animar a la población como los autos de fe. Quizás si el alcalde organizase ceremonias solemnes en la plaza mayor de Vic en las que se castigase a los herejes impenitentes –perdón, quería decir a los sin papeles- su propuesta recibiría ese espaldarazo definitivo por parte de los habitantes del municipio. En enero, el alcalde de Vic ya intentó impedir que se empadronaran los inmigrantes. De nuevo, el tiro le salió por la culata.

Al igual que el inquisidor general se impuso a los Reyes Católicos en su propuesta para expulsar a los judíos, el alcalde de Vic pensaba que él también estaría por encima de la Constitución. Sin embargo, el Gobierno de la Generalitat subrayó ayer que la nueva norma de Vila d´Abadal es ilegal. Ofelia Tejerina, abogada experta en protección de datos, explicó que “para ceder los datos del padrón debe haber petición previa de otra Administración, una norma así no puede hacerse alegremente”.

El alcalde de la localidad barcelonesa, por mucho que le pese, tendrá por tanto que esperar para que los sin papeles sean “penitenciados” a su manera. Eso sí, no cejará en su empeño. Quizás no tarde mucho en desempolvar el sambenito para ellos o, lo que es más eficaz, en construir una gran galera para aquellos que no tienen documentos y cuyo único pecado es intentar ganarse la vida.


Imagen: Vic (Hugo Pardo)

Colada


Le costó una semana y veintisiete días ordenarlo todo. Pantalones, camisetas y calcetines. Colores, tamaños y formas. Un cajón lleno de ropa perfectamente ordenada. Todo lo escribió en un papel antes de acabar con ello. Orden, perfección y conjeturas. Lo uno iría a un lado, lo otro al otro. Según un canon y siguiendo unas pautas. Si la ropa se deja en manos del caos, ni se dobla, ni se plancha, ni se lava. Por eso hacen falta una lavadora y una plancha, para no ir por la vida con la camiseta arrugada.

Pero hay cosas que no se controlan. Un día llega tu sobrino y es pequeño, enano y nuevo. ¿Por qué verdes y rojas juntas?¿Por qué planchar la ropa? ¿Para qué? ¿Por qué hacerlo así? Luego abre el cajón, lo revuelve todo, hace un bolo y lo lanza al aire. La ropa suspendida en el viento durante varios segundos. Las cosas cayendo según dice la gravedad. Después se quedan en el suelo, quietas, unas encima de las otras. Como si estuvieran ordenadas, como si estuvieran ordenadas de nuevo. El rojo con el negro, el azul con el verde. O todo revuelto. Descubrir que todo aquello del principio no era más que un cajón ordenado.


Imagen: Ana P. Bosque

miércoles, 14 de abril de 2010

Lo que hay que oir (II)

Tengo la obscena costumbre de escuchar las conversaciones de otra gente. Josemi ya avisó del peligro que supone, pero yo ni caso. Me gusta conocer retazos de la vida de los desconocidos e imaginarme sus historias personales. Se aprende mucho, la verdad.


Situémonos, pues, para el recorte que os voy a contar. Lunes a la tarde, en el tren alvia que va de Barcelona a Pamplona. Voy a la cafetería, como casi siempre, a la altura de los Monegros, cuando dejo Cataluña a mis espaldas. Yo apoyado en la ventana, mirando afuera, y a mi lado un hombre que no llegaría a los cuarenta años con su madre se encuentra con una amiga de la infancia. Él es un pamplonés de pro: pelo corto engominado, gafas de vista Ray Ban, americana marrón con coderas negras, pantalón crudo y zapatos marrones también. Como hace mucho que no se ven con la inesperada compañera se ponen a hablar de su vida (de la de él).

Ya os la cuento, no sufráis. Estudió en Maristas y, después de unos años de estudio (imagino, no sé por qué, que en la Universidad de Navarra, aunque no lo puedo confirmar) se casó con su actual señora y tuvieron hijos. Hace cinco años se mudó a Barcelona, en concreto, en Santa Coloma de Gramanet, separada por una calle de la gran urbe.

Su amigo le preguntó que qué tal en Barcelona, porque claro, con el buen tiempo y lo bonita que es y bla bla bla se estaría genial, pero le respondió que le había costado acostumbrarse al sitio. Anda, ¿pero por qué?, se exclamó ella. Entre risas le confesó el secreto: ¡mucho catalán!

Cagom la puta, pensé para mis adentros mientras el café se me atragantaba. Siempre me ha costado aceptar la estrechez de miras de la gente, pero sobre todo en casos como este. Son personas que van por el mundo pensándose que todo es como él cree que es, y no hay lugar para el error. Este señor trabaja en Cataluña y se beneficiará de ello, no en vano lleva 5 años allí. Y tiene la cara de decir que le sobran los catalanes. Pues si no fuera por estos catalanes él no estaría trabajando allí.

Yo, que he hecho el viaje inverso al pamplonés, no tendré el morro de decir que aquí hay mucho navarro. He encontrado cosas geniales, pero también hay algunas que me sobran, claro está. Yo no soy un experto viajero, pero me parece que la gracia de ir por el mundo es nutrirse de la experiencia, compartir modos de pensar, analizar diferencias y hacerse preguntas, muchas de las cuales no tendrán respuesta. Adaptar lo bueno de los distintos lugares al recoveco que le corresponde dentro de cada cual y disfrutar mientras dure. Y con lo que no nos sentamos cómodos eliminarlo de nosotros, pero no por ello restregarlo a la gente.

Porque es muy triste ir a los sitios para comprarse una postal y enseñar las fotos a la familia en una tediosa tarde de otoño. Por si acaso, yo me guardo en mi etérea maleta los recortes más cariñosos que me encuentro por el camino y este país se lleva la palma, o el laurel, como queráis.


De regalo, una canción de Lluís Llach, que, con la ayuda de Kavafis, lo sabe decir mejor que yo:




sábado, 3 de abril de 2010

Tres chistes


Casi todo en esta vida es un hotel. Un hotel por el que pagaste y ya no está. Sólo un letrero en blanco en el que pone "en venta". Luego, nada más. Probablemente un hombre contando el dinero 1000 kilómetros más al sur. O tres hombres sentados alrededor de una mesa en la que dos tipos con bigote dicen "paso". Y de sus bocas salen ruidosas carcajadas, humo blanco y sueños truncados. Desde aquel hotel puedes oírlos. Con eco. Una y otra vez. Todos los hombres que te traicionaron riéndose de ti.

Cuestión de una semana. Hace dos, sentado alrededor de una mesa parecida a la suya, un hombre te contó tres chistes. Chistes por medio de los cuales podías obtener carcajadas mucho más ruidosas que las de aquellos tipos. Una felicidad de sobremesa, chocolate y huevos fritos. Esa que sólo depende de ti. De la que nadie puede arrebatarte. No se compra, ni se pesa. Al final un hotel es un hotel y el resto lo hacemos nosotros.


Imagen: Guillermo Rivas

jueves, 1 de abril de 2010

Kamikazes suicidas


Al final siempre regresas a los lugares comunes. A las avenidas familiares de apellidos y nombres. Al escote al que nunca te atreviste a mirar. A las luces tempranas y compañías malsanas. Al taxi al que esperas, pero que no es para ti. A las manos tontas de hace unos años. A kamikazes suicidas que se siguen cruzando. Sin ninguna esperanza, sin esperar nada. Simplemente observado el azul de sus ojos, las líneas en fuga de su cuerpo escamado. Como si hubiera un cartel que advirtiera el derrumbe, como si nadie hubiera inventado el lenguaje. Curvas sin humanidad, sobredosis de humanismo. Un billete a un lugar donde todo es muy caro.


Imagen: Martin_v777