Si habéis enchufado hoy la radio o el televisor os habréis podido enterar de las dos noticias del día. Por un lado, la elección de Río de Janeiro como ciudad olímpica en 2016 y, por el otro, las fiestas de Villava, que comenzarán mañana.
Son días de ajetreo y movimiento por aquí. Mañana (si todo sale según lo previsto), los ediles de ANV tirarán el cohete. Por problemas de agenda, no podrá estar el kiliki negro de Villava, pero todos le echaremos de menos.
Así que hoy, mis amigos y yo hemos ido al súper para planificar el avituallamiento. Nada más entrar, las estanterías del pasillo estaban repletas de bricks de vino tinto y blanco. Había más botellas de patxaran que de normal (como no podía ser de otra manera en un pueblo como el nuestro), además de vodka, ron, ginebra, cerveza y alcoholes varios. Nosotros hemos dejado eso para mañana.
Al salir, tres niñas me han dicho algo, pero yo no les he entiendo. “¿Qué?”, pregunto. “Que si nos puedes comprar una botella de sangría”, responden ellas. Una botella de sangría, esas chicas me pedían una botella de sangría. Mi proceso mental ha sido el siguiente:
1- Joder, ¿realmente ya me he hecho tan mayor como para que me pidan este tipo de cosas?
2- ¿Qué edad deben tener? Si parecen una chiquillas
3- ¿Tengo cara de chico enrollado que ayuda a hacer estas cosas?
4- ¿Sangría? ¿Pudiendo tener patxaran?
5- ¿Con qué edad empecé yo a salir?
6- Tengo hambre
Muchas preguntas, poco tiempo para responder. Así que empiezo por la número 2. “13-14”, dicen ellas. “¿13-14?”, pregunto yo, mientras inconscientemente me respondo a la pregunta número 5. La primera vez que yo salí una noche fue con 14 años, en Nochevieja. Ni gota de alcohol, claro. Mucho viejo y mucha persona mayor. No sabía cómo se jugaba a aquello.
13-14 años. Las tres chicas tenían 13-14 años. “También bebemos vozka”, “y sangría”, añade otra. 13-14 años, 2º de la ESO. ¿Tan pronto se empieza a beber? Supongo que sí, o por lo menos, sí ahora. Pero yo les miro y son realmente pequeñas. Tienen voz de pito y el maquillaje no les sienta nada bien.
Así que mi lado reaccionario se ha negado a comprarles nada. No me veía entrando al supermercado a por una botella de sangría que NO me iba a beber yo. ¿Y si me veían sus padres? No, no, no. Supongo que yo también tuve su edad, y que no comprendía a aquellos que no nos sacaban algo del súper. Y que yo también bebo sangría. Pero… ¿13-14 años? Yo a esa edad todavía hacía exámenes de flauta en Música.
viernes, 2 de octubre de 2009
Ay, sangría Don Simón
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3 comentarios:
la cuestión clave era: tengo hambre. Esto lo has resuelto, porque si no estás jodido...
Lástima no poder estar por aquí para poder disfrutar de las magníficas fiestas de la capital navarra (me debes una!). cómo cambiaria parís por villava ahora mismo!!!jejeje
Las chicas muy listas no eran, mira que pedirte sangría, seguro que si te piden pacharán les dices que sí
Antiguo!
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