lunes, 12 de octubre de 2009

Forjador de hombres

Los puntos finales son puntos difíciles de redactar. Cuando se trata de personas, la decisión no está en manos del escritor, sino que son otros los que deben poner con acierto el broche final a una obra colosal.

Hoy he estado en uno de esos puntos finales perfectos. Se marchaba la historia de un hombre que vivió fiel a sus ideas y que hizo de su forma de pensar una forma de ser y de vivir. Una de esas personas que todo el mundo recuerda, y que recuerda con pasión. Uno de esos hombres que llenan salas de estar y restaurantes con su conversación y ante los que el resto escucha entusiasmado.

Era un hombre que dedicó su vida a intentar hacer más fácil la vida de los demás, y a proporcionarles una visión del mundo llena de matices. Que ayudó y que forjó a cientos de personas que necesitaban una voz de la experiencia, un timonero acertado, una personalidad carismática.

Todas esas personas estaban hoy escribiendo su punto final con poesías, cartas y canciones. Amigos, familiares, conocidos, gente de todos los sitios. El que conoció a aquel hombre siempre tendrá cosas que contar.

Yo puedo contar que de pequeño me intrigaba su persona, que le escuchaba impresionado y que nunca he vuelto a encontrarme a nadie así. Alguien que hablara mientras el resto calla reflexionando sobre cada una de sus frases. Alguien que pareciera saber mirar las cosas como nadie antes lo había hecho. Era una de esas personas que sólo se conocen una vez en la vida.

Siempre que venía a visitarnos, nos traía juegos de magia. Yo aprendí un par de trucos, pero siempre he tenido las manos temblorosas como para hacer ese tipo de cosas. Una vez nos presentó a un mago, y ese mago estaba también hoy cogiendo la pluma para escribirle ese punto.

Y su punto final ha sido un punto de los buenos. Como lo querríamos casi todos. Un resumen de una vida llena de gentes, historias, ideas, formas de pensar y respeto hacia los demás. Un farero al que seguir cuando faltaba la luz. El punto y final que a él le hubiera gustado escribir.



“Por donde pases, deja tu sombra.
Por donde pises, deja tu huella.
Por donde estés, deja tu palabra.
Todo lo que has dejado lo encontrarás,
Si lo has dejado entre los hombres;

Tu sombra será refugio,
Tu pie será medida,
Y tu palabra, comida popular
Con una condición: que seas…
Macizo y entero para tu sombra,
Activo y constante para tu pie,
Honrado y auténtico para tu palabra

Sólo así serás pueblo y sangre para tu pueblo
Y… no lo olvides ¡Los pueblos no mueren!
Se perpetúan en sombras, pies y palabras
Hechas carne.”

Forjador de hombres

2 comentarios:

Nil Ventós Corominas dijo...

me ha gustado el poema. made in txemi?

Anónimo dijo...

Made in la persona que lo escribió, un forjador de hombres, una gran persona.

Yo no.