lunes, 8 de diciembre de 2008

Papá, Pluto me mira raro


- ¿Qué tenemos, Joe?

- Otro niño desaparecido.


Se me removieron las entrañas; cada vez me afectaban más este tipo de casos y más desde que nació mi hijo. Ahora casi me podía poner en la piel de aquellos padres.


- Vamos, siéntate – cerré la puerta y me senté.

- ¿Dónde ha sido esta vez?

- En Disneyland. Sus padres le hicieron esta foto una hora antes de denunciar la desaparición – Joe sacó una foto del fichero; mostraba a dos niños bailando junto a un personaje de la película animada “El jorobado de Notre Dame”.

- ¿Quién es?

- Éste, el de la derecha.


El chico rondaría los 8 años. Iba vestido con un polo gris a rayas negras y amarillas y unos vaqueros. Con una de las manos agarraba al arlequín y con la otra sujetaba un gorro de bufón.


- ¿Algún sospechoso?

- Sí – Joe sacó otra foto del archivador.

- ¡¿Pluto?!

- Pluto.

- ¿Pluto el perro?

- Pluto el perro.

- Venga Joe, no me jodas.


Esperé que se riera, que confesara la broma, pero no, el jefe ni se inmutó. Reconocí esa cara, estaba hablando en serio, muy en serio.


- Bueno, ¿lo han interrogado?

- No, está muerto, lo asesinaron.

- Pero… ¿qué clase de miserable es capaz de matar a Pluto? – pensé – ¿Se sabe quién ha sido? – pregunté.

- Sí, Mickey.

- ¿Mickey?, ¿qué Mickey?

- Mickey Mouse, el ratón.


Fingí que esperaba la respuesta, que conocía la vena psicópata de aquel ratón de dibujos animados. Me levanté a prepararme un café, quizá eso me ayudara a tragar semejante historia.


- No queda – debía digerir aquello de otra forma. Me volví a sentar.

- Vamos Mike, cálmate. Sé que la historia es rara pero ya verás como si te la explico tiene sentido.

- Adelante – le desafié.

- Verás, el trabajo de mascotas en Disneyland París es un paraíso para la inmigración ilegal; ningún investigador revisa si estos personajes tienen los papeles en regla, son demasiado divertidos para ser sospechosos de nada. Eso lo aprovechan los peces gordos del parque para fichar ilegales por cuatro duros y éstos no se quejan porque es un trabajo seguro. Sin embargo, un día Pluto se hartó y pidió a los jefes un aumento de sueldo; sus compañeros pensaron que aquella petición podría poner en peligro su trabajo y lo amenazaron. Sin embargo, Pluto hizo caso omiso de la advertencia y optó por actuar. Ingenió un plan…

- A ver Joe, para un poco. Necesito unos segundos para asimilar todo esto.

- Lo siento Mike, pero no hay tiempo que perder. Como iba diciendo, Pluto ingenió un plan, secuestrar a un niño y chantajear al parque con no devolverlo si no accedían a sus peticiones; nada podía salir mal, los jefes pagarían lo antes posible para que le seguridad del parque no quedara en entredicho. Sin embargo, no todo fue como esperaba, la banda de Mickey cumplió la amenaza y se cargó a Pluto; Mickey no aguantó la presión y no tardó en entregarse a la policía. Y claro, el niño sigue donde Pluto lo dejó; pero Pluto ya no puede decirnos el lugar. Aquí entras tú, tienes que encontrar al pequeño lo antes posible.


Creo que no pestañeé ni una sola vez durante toda la historia. Esa extraña mezcla entre realidad y ficción, entre niños desaparecidos y ratones asesinos… simplemente, me fascinó.


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