miércoles, 24 de diciembre de 2008

THE I.N.V.S.B.L.

Pin Jack Jackin As Flow era un niño peculiar. Lo mismo era negro que blanco, que tenía cabeza de extraterrestre simpático o le salía la vena guerrera e iba con una espada en la mano. Y cuando hacíamos los viajes en coche, los largos, los de los caramelos de limón y naranja, siempre venía corriendo al lado de mi ventanilla. Pudiendo con todos los obstáculos. Coronando las montañas. Adelantándonos en los peajes.


Otras veces me acompañaba en el pueblo, cuando la noche daba miedo y era hora de volver a casa. Admito que entonces el aliento de Pin Jack Jackin me asustaba, y corría todo lo fuerte, cuesta abajo y brincando escaleras de siete en siete, que podía. Pero cuanto más rápido iban mis piernas, más se desbocaba mi alma, menos me fiaba de Pin Jack.
Claro que, como todo amigo invisible, llegó el día en que Pin desapareció. La ventaja que tiene la gente así, es que como son invisibles, no se les puede enterrar. De vez en cuando aún lo llevo conmigo.

1 comentarios:

Borja Echeverría Echeverría dijo...

Anda, el final no me lo esperaba.
Lo de los amigos invisibles ¿es un mito, o sólo pasa en EEUU?
No conozco a nadie que los haya tenido.
Saludos.