El día tiene veinticuatro horas. Veinticuatro horas para dormir, comer, vivir. Veinticuatro horas parar reír, llorar, pensar. Veinticuatro horas para viajar, andar, descansar.
Para beber, escribir, leer. Para ver, observar, escuchar. Para hablar, gritar, tocar. Para comprar, gastar, ahorrar. Para besar, abrazar, rasgar.
El día tiene veinticuatro horas, sólo veinticuatro. Cuando se acaban viene otro día, pero ya hemos perdido uno. Todo lo que no hayamos hecho el día anterior es algo perdido. Todo lo que hayamos hecho ya nos acompañará en nosotros hasta el fin de nuestros días. Formará parte de nosotros, no nos dejará nunca. Esta es la suerte de irte a la cama sabiendo que hoy has disfrutado de un gran día: ya nadie te lo quitará.
Y recordad que la vida solo tiene cuatro días.
sábado, 6 de diciembre de 2008
Veinticuatro
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