viernes, 12 de diciembre de 2008

Te recordaré con cariño, lo prometo



De verdad que no lo sabía, te lo prometo querido boli. El día en que Berna me pidió un bolígrafo negro no sabía que las cosas acabarían así. Pensaba simplemente que te usaría una noche y ya está, que luego volverías a mí, y todo sería como la primera vez. Pero se me olvidó llamarte al día siguiente. Se me olvidó preguntar por ti.

Y me vienen a la memoria los recuerdos imperecederos que juntos conseguimos hacer imborrables. Aquellos exámenes de primero de bachillerato, donde jugábamos a hacer márgenes y tú escribías siempre tan fino, tan claro, tan limpio. Llegó segundo y seguiste allí, con tu tinta inagotable. Parecía infinita. Cierto es que sólo te usaba para los exámenes, al igual que aquellos entrenadores que reservan a sus mejores jugadores para los partidos transcendentales. Se nos echó encima la Universidad y descubrimos que se podían escribir más de tres folios en un solo examen. Y la experiencia fue increíble. El placer, máximo.

Recuerdo aquella vez en que se te acabó la tinta. Corrí a buscar dónde te habían hecho y me enteré que en Alemania. Pero ahora todo está cerca cuando se busca en Internet y las páginas se traducen. También ayuda que algunas empresas tengan servicios de atención al cliente y que además, estén dispuestos a mandarte de regalo un pack de 6 bolígrafos, igualitos a ti, de los que sólo tuve que coger su tubo de tinta.

Y el otro día dejé que escaparas... No pensé en las consecuencias. Él me pidió tus servicios y yo no lo dudé. No podía negar que dos de mis amigos se conocieran, sería muy egoísta por mi parte.

Al día siguiente pregunté por ti. Olvidaba con quién te había dejado… Te busqué por los suelos y estuches, pero nunca te encontré allí. Te di por perdido y bajé los brazos.

Y de repente un día, me sorprendes. Te creía desaparecido y al fin te vi. Estabas muy cambiado. Quedaba poco de aquel boli, de plástico gris, tinta negra y sujeción dura. Parecías destrozado, roído e inservible. Ya no quedaba nada de aquel bolígrafo con el que había compartido momentos inolvidables: firmar sobre un papel en blanco, dibujar caras graciosas, sudokus, quinielas… lo hacíamos todo juntos.

Ahora ya no sabría ser tu dueño. Ya no eres el boli al que yo quería, has cambiado. Y lo siento por no imaginar que Berna era un caníbal de utensilios de escritura, y un caníbal de los buenos, de los despiadados, de esos que primero te muerden con la pala y después te rematan con la muela en los momentos en que puede el aburrimiento. Desde aquí te deseo lo mejor, de verdad. Recuperate pronto y por favor, rehaz tu vida, es lo mejor para los dos.


*Dedicado a Berna, el hombre al que un boli nunca debe ni debió ser dejado

5 comentarios:

Nil Ventós Corominas dijo...

Tu tienes suerte, al menos lo has encontrado. Yo le dejé mi precioso bic médium de esos amarillos y todavía lo espero!jeje.

Un saludo Berna!

Anónimo dijo...

Se habla incluso de manifestaciones o concentraciones en silencio en el patio de fcom para protestar, aunque se está estudiando.

Jurdan dijo...

Josemiguel, no seas frívola

Anónimo dijo...

No era mi intención serlo, señorita

Jurdan dijo...

Se ve que la relajación del 0-0 al descanso te hacía valiente para responder.