Y él pensaba que eso de ser un poeta urbano sentimental estaba de moda. Que a ellas les gustaba. Que se llevaba eso de escribir en una servilleta, pensar fórmulas para que algo rimara. Que eso de expresar los sentimientos y cantarlos al mundo estaba de moda.
Era adolescente y no le hacía falta hormonarse. Le gustaba que la gente lo viera como el tipo que camina en contra de lo establecido, pero que entiende a todos por igual. El hombre sin causa, el eslabón perdido, el guía intelectual de una nueva sociedad adolescente, más analfabeta, más incrédula. Eso creía él y así era él.
Los de su edad decían que aquello era lo que se llevaba y que era ciego el que no lo viera. Que ya no se llevaba eso de escribir buena poesía, buenas letras, buena música. Que se llevaba eso de insultar, el ombliguismo, el amor de invernadero. Querer a chicas de neón salvaje. No saber cómo decirlo y vomitarlo en un papel sin digestión, al primer giro. Creer que lo duro y áspero vale más por su sonido.
Que ya solo existen metáforas sobre nubes negras, lágrimas de cristal, corazones rotos y besos bajo la lluvia. Que la desesperación, el olvido y el flequillo les ayudan a esconderse en una especie de velo afligido. Que ellos sienten más, que su pena es más grande. Que les gustan las cámaras y los flashes.
El egocentrismo de la sombra de un poeta que quería ser lo que no podía. Conseguir la fama y tener mucho flow. Ganas de sentirse el rey, de pisar a los demás y jugar con los sentimientos de amor, alegría y pena como si fueran rocas de piedra.
El no querer innovar, el dejarse llevar cuando todo suena demasiado bien. El miedo a lo que nadie ha hecho y las ganas de tirarse al río para acabar arrastrado por una corriente disfrazada de moda, que eclipsa todo lo demás y tapa bocas. Creer que no hay nada mejor al otro lado del río por no saber nadar. Sentimientos que flotan en la superficie de una piscina llena de sangre.
Él vivía en el sobrexcedo y el colapso de niñatos que como él no sabían la diferencia entre un hombre y una mujer. Adolescentes que creían que la composición y el arte eran simplemente la suma de saber tocar dos notas con una guitarra y teclear dos letras en el ordenador. Poetas de terciopelo rellenos de espuma amarilla. Poetas que nunca habían leído un libro. Poetas que no sabían qué era la poesía.
Prólogo: Calle del Olvido, 52
6ºC: Pablo
1ºA: Héctor
3ºB: Rogelio Malco (I y II)
8ºD: Iván
2ºC: Santiago
9ºB: Javad Almahid
Fotografía: Juan Cardosa
2 comentarios:
Chicas de neón salvaje. Gran frase señor Jose Miguel
Cada día me sorprendo mas :D
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