-Perdone, ¿este chico es su hijo?
-Depende…
-¿Depende?
-Sí. Depende.
-¿De qué?
- De lo que signifique para usted la palabra “hijo”.
-¿De lo que signifique para mí? Es obvio. Alguien al que quieres mucho, pequeño, gracioso...
-Yo quiero mucho a mi pequeño y gracioso perro.
-Bueno ya pero no es lo mismo. A un hijo se le enseñan más cosas.
-Mi perro sabe dar la pata.
-¿Qué?
-Que sabe dar la pata. Y además nunca se queja.
- ¿Cómo que “nunca se queja”? Un hijo es lo más bonito que te puede pasar en la vida.
- Para algunos jugadores de fútbol es ganar el Mundial…
- ¿Pero qué está diciendo?
- Que estando como están las cosas, ¡un hijo es más caro que un litro de gasolina!
- ¡Pero no se trata de eso! ¡El amor por un hijo no tiene precio, no se compra!
- El amor no. Los pañales sí…
- Tu hijo puede vivir sin pañales. A ti te necesita, y esa es una responsabilidad maravillosa.
- ¿Maravillosa? Ni siquiera un juez se atrevería a fastidiarte con eso.
- No es cierto. Tener un hijo forma parte de la ecuación vital nacer-reproducirse-morir. Los hijos son las ansias de vida que siente la misma vida.
- ¿Las ansias de vida? ¡Los hijos sirven únicamente para hacerte comprar un perro al que sólo tú cuidarás!
- ¿Por qué dice eso? ¿Sus hijos le hicieron comprar este perro?
- No. Este perro salió de mi jardín.
- ¿Salió de su jardín?
- Sí, una perra callejera. Parió justo en mi casa.
- Entonces, ¿este chico es su hijo o no?
- ¿Mío? No, no, yo no tengo hijos. Ya me gustaría…
miércoles, 10 de septiembre de 2008
Hijo de...
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