- Perdone, ¿no es usted el político de la tele?
- Sí, encantado caballero.
- Oh, igualmente. Además veo que tiene un bonito reloj.
- Sí. ¿Le gusta? Gracias.
- ¿Qué hora tiene?
- Me alegra mucho que me haga esa pregunta, de verdad caballero:
Como es normal, no puedo contestar a eso sin haber reflexionado con calma y detenimiento. Esas cuestiones que tanto importan a la gente requieren un profundo debate que nosotros debemos considerar para tener siempre en cuenta qué es lo mejor para los ciudadanos. Porque sabemos que nada es blanco o negro, que hay diferentes puntos de vista que deben ser respetados, diferentes factores que han de tenerse en cuenta: la hora que tenemos aquí es diferente a la de Canarias, y como es lógico, a la de de la gran mayoría de los países que conforman este nuevo mundo globalizado.
Como la de los inmigrantes que llegan a nuestro país, cargados de ilusión, que intentan sacar adelante a toda una familia, que no tienen culpa de haber nacido en un país con menos posibilidades que el nuestro. Y esa es nuestra misión, escuchar a todos, sin importar color ni raza, ni opinión diferente ni argumento equivocado. Todo debe estar regido bajo un código de respeto. Ya estamos en el siglo XXI, la era de la tecnología, de los avances, del progreso. Tenemos que ir con los tiempos, acostumbrarnos a los cambios, no anclarnos en el pasado, configurar nuestra imagen de acuerdo a la realidad social del momento. No debemos aislarnos en nuestros despachos, debemos saber qué hay ahí fuera, estar con la gente, saber qué piensan nuestros votantes, participar activamente en la vida urbana… Y en definitiva, ejercer una política abierta, plural y adecuada con los tiempos que corren.
- ¿Pero tiene hora o no?
sábado, 18 de octubre de 2008
Retórica atemporal
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